El "Mundo" y la cómoda búrbuja evangélica.

Si sos o fuiste parte de una iglesia evangélica fundamentalista conocés muy bien la palabra “mundo”. De hecho, me atrevería a decir que es una palabra que escuchaste muchísimo en tu niñez y adolescencia y hasta se podría decir que son cinco letras que marcaron tu vida. ¿Estoy exagerando? Espero que sí, pero lo dudo. 

Para aquellos que tuvieron la dicha de no ser expuestos a este concepto, les doy un poco de contexto. Cuando hablo de mundo no me refiero ni a un planeta, ni al “Conjunto de todas las cosas que existen y de la humanidad” que San Google lanza como definición después de una búsqueda rápida. Cuando escribo mundo lo escribo como una palabra que en el fundamentalismo tiene el poder de:

  • Hacerte pensar que bailar o escuchar x ritmo musical no es agradable a Dios. 

  • Alejarte de tus amigos/amigas más cercanos.  

  • Hacerte sentir superior a todos tus compañeros de escuela, universidad o trabajo. 

  • Asegurar que Shakira, Ricky Martin, o cualquier otro cantante famoso/a sirve a Satanás.

  • Hacerte creer que tu valor como persona radica en tu “pureza” sexual.

  • Convertirte en una vara andante de honra y piedad (en tu propio entender).

  • Hacerte apolítico y acrítico.

Y para mí, la peor consecuencia: convencerte que todo aquel que no pertenece a tu comunidad espiritual, es una persona que lleva una vida “descarriada”, infeliz, sin propósito ni valores. En otras palabras, la palabra mundo enaltece otro concepto sociológico y psicológico: el del otro; personas que se convierten en una simple categoría sin identidad, historia ni valor.

¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.
— Santiago 4:4

Cuando me enseñaron ese versículo que acabo de compartir, literalmente fui invitada a dejar de considerar a mis mejores amigos como eso, amigos. Mi entonces guía y maestra espiritual me compartió como no era posible que yo como hija de Dios, tuviera amigos que no creyeran o fueran parte de mi círculo de la iglesia, y no sólo no era posible, era pecado. Para ella, mis amigos eran parte de ese mundo del que la Biblia dice me tenía que enemistar. 

Así que no hay que hacer todo un análisis teológico, lingüístico o epistemológico para entender la definición práctica de mundo en el contexto cristiano fundamentalista; el mundo es todo aquello - y aquellos - que no encaja en lo que se interpreta  y enseña (palabras importantes) como el ideal cristiano en valores y moral. ¿No te ves, sonás o comportás como los líderes dicen que tenés que verte, sonar o comportarte? Bueno, o te estás dejando influenciar por lo mundano o sos parte activa del mundo, sos un títere más que no sabe que está siendo gobernado por el mismo Satanás (no es broma). 

Porque bajo esa perspectiva la vida cristiana se vuelve en un blanco o negro, no hay grises: o estás con Dios o con el mundo. De hecho, recuerdo cómo a mis diecisiete años, escuché atentamente un estudio bíblico donde se criticaba que la gente no estaba siendo lo suficientemente radical con su cristianismo y más bien lo estaban viviendo de una forma “light”, al coquetear “con el mundo”. Dios versus tus deseos mundanos, dos grandes categorías que al ser vistas desde una perspectiva fundamentalista, dejan de ser una dicotomía espiritual donde cada ser humano decide conscientemente seguir o no a Dios y sus mandamientos más importantes de amor y justicia para terminar siendo categorías con un alto enfoque moral y conductual borrando totalmente la diversidad misma de la creación. 

Porque no importa quién sos, de dónde venís o para dónde querés ir, si sos diferente y no encajás en la forma en que los líderes consideran que es la forma correcta de vivir, para la iglesia ya no sos un “nosotros”, sos un “otro”; un alma que necesitan salvación y NADA más. Y es así como se comienza un apartheid espiritual justificado. 

Y alguno podría leer esto y decir, pero ¡es lo que dice la Biblia! 

No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él”.
— Juan 2:15

Sí, lo sé. Aparentemente la Biblia es muy clara sobre esto. Cualquiera lee los versículos que he compartido nota que las cosas son blanco y negro para Dios. El problema no radica en si la Biblia es o no radical, porque lo es. El problema es en qué es radical.  El estudio bíblico en el que me hablaron del cristianismo light  se enfocó a un radicalismo moral, y la moral es lo más subjetivo que existe como concepto psicológico, sociológico y también espiritual. La moral es enseñada y la moral es interpretada. Pero en lugar de entender el contexto social y politico de Jesús y  el sistema - una palabra que ahora muchas traducciones prefieren a mundo - en el que se manejaba y todo lo que habló de justicia, equidad y compasión, la iglesia prefiere interpretar esta elección de estar o no con Dios, con su propia definición de moral. La iglesia actual prefiere pensar que mundo se refiere a música, sexo, películas o lugares y no a un sistema que rechaza, oprime y explota a los más vulnerables, un sistema que adora la riqueza y los vicios y no la protección de los más vulnerables. Y ser parte de ese sistema si es estar en contra de Dios, porque ayer, hoy, mañana y siempre, Jesús es igual a justicia social. 

Así que yo ahora cuando leo esos versículos y escucho la palabra mundo, ya no pienso en un ellos, un grupo sucio y perdido del que necesito alejarme. Mundo no es igual a las personas diferentes a mí.  Porque de hecho, dice la Biblia que Jesús es el primero que estaría compartiendo  con ellos, conmigo, con ustedes. 

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
— Juan 3:16


Sofia Vargas Sandoval